Los moteles, casas móviles y Airbnbs en la pequeña ciudad fronteriza de Ajo, Arizona, se encuentran repletos. Los equipos de trabajo llegan a los restaurantes a pedir comida para llevar. Las placas de los camiones estacionados afuera de la abarrotada lavandería vienen de lugares tan lejanos como Alaska.
A lo largo del país, algunos estados han reducido la actividad de construcción para frenar la propagación del coronavirus, y los hoteles y restaurantes en muchas ciudades han cerrado.
Pero aquí en Arizona, el Gobierno Federal de los Estados Unidos está embarcado en una nueva fase acelerada de construcción del muro fronterizo.
La Administración de Donald Trump sostiene que el muro ayudará a prevenir la propagación del virus a los Estados Unidos desde México, aunque los epidemiólogos y el director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) dicen que esa barrera no mitigaría los brotes que ya están ocurriendo en todos los estados.
La intensificación de la construcción durante la pandemia aumenta el miedo entre los residentes de Ajo, y otras comunidades fronterizas cercanas, de que la creciente afluencia de trabajadores aumenta su riesgo de exposición.
Algunos especialistas en enfermedades en Arizona advierten que los trabajadores reunidos en espacios reducidos a lo largo de la frontera podrían propagar el virus en todo el país cuando regresen con sus familias.
“La prioridad de esta Administración es terminar el muro. El resto de nosotros bien podríamos estar condenados”, dijo Maria Singleton, de 57 años, residente de Ajo que ha documentado en redes sociales cómo la construcción de muros está afectando a la ciudad, con tráfico, ruido, polvo y, ahora, nuevos temores de contagiarse.
El Gobernador del Estado de Arizona, Doug Ducey, emitió una orden prohibiendo a las personas salir de sus casas, excepto por alimentos, medicamentos y otras “actividades esenciales”.
Dijo que la orden tenía como objetivo garantizar que hubiera suficiente capacidad en el sistema de atención médica de Arizona para pacientes infectados.
Todavía se permite que las empresas permanezcan abiertas si se consideran esenciales, lo que en Arizona incluye campos de golf, salones de uñas y casas de empeño.
El estado enfrenta un aumento en los casos de coronavirus. El condado de Pima, que incluye a Ajo y la ciudad de Tucson, tenía 187 casos confirmados de coronavirus hasta el lunes por la tarde, con seis muertes.
En todo el estado, al menos 20 personas murieron por COVID-19 y más de mil 100 dieron positivo por el virus.
La nueva construcción del muro en el sur de Arizona es parte de un plan más amplio para expandir las barreras a lo largo de la frontera, un objetivo clave del Presidente Donald Trump.
El Departamento de Seguridad Nacional anunció planes este mes para construir o reemplazar más de 146 kilómetros cerca a lo largo de la frontera entre Arizona y México.
Las autoridades también planean construir 138 kilómetros de muro a lo largo de tramos de la frontera en otros estados.
Ajo está muy alejado de la mayoría de los grandes focos de infección de coronavirus en el país y aparentemente no está preparado para un brote.
El hospital de la ciudad, fundado por Phelps Dodge Corp. en los días en que Ajo era una urbe minera, yace abandonado; una pequeña clínica ahora brinda atención médica básica.
Hasta el momento, no parece haber ningún plan para frenar la construcción.
Raini Brunson, portavoz del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, dijo que la agencia seguía “las pautas del Gobierno y de los CDC” para determinar la mejor manera de seguir con el trabajo.
“A medida que cambie la orientación, se tomarán decisiones sobre cómo se verán afectados los empleados de los contratistas”, dijo Brunson en un comunicado.
Kiewit Corp., el gigante de la construcción de Nebraska que tiene cientos de millones de dólares en contratos para construir el muro cerca de Ajo y otros tramos a lo largo de la frontera, dijo que había tomado medidas para proteger a los trabajadores.
Entre estas estaban que cierto personal apoyara trabajando desde casa, reorganizar los equipos de trabajo, desinfectar equipos compartidos y evaluar a los empleados para detectar síntomas de virus.
“Esta es una situación sin precedentes, y estamos actualizando nuestras políticas, procedimientos y capacitación a los trabajadores a diario a medida que la situación evoluciona”, dijo Angela Nemeth, una portavoz de Kiewit.
Nemeth dijo que no se conocían casos de trabajadores de la compañía en el muro que hubieran dado positivo por el coronavirus.
Por Simón Romero, Periódico Reforma; y NYT, 31 de marzo de 2020